Lecciones desde el pesebre. Navidad 2016.
Se han cumplido el tiempo y,
cuando el mundo dormía, quizá ensimismado en sus seguridades, en su ceguera, en
su narcisismo; en el más pequeño de los rincones de Judá, vino al mundo el
esperado de todos los pueblos: Dios hecho carne. Y ese es precisamente el
misterio que celebramos: no un solsticio, ni unas vacaciones de invierno.
Celebramos el excesivo amor de Dios, que haciéndose bebé, se hizo accesible a
todos los que le buscan. Nunca un
embarazo no planificado, trajo tanto bien a la humanidad.
En estos días tendremos la
oportunidad de contemplar m
uchos nacimientos, belenes, misterios etc., en todos
veremos unas figuras determinadas que desde niños sabemos reconocer; San José,
la Virgen María, los pastores, los Reyes Magos, la mula y el buey… No son
solamente meras figuras decorativas, todas tienen algo que enseñarnos, porque
todas fueron a Belén con una actitud muy distinta no obstante un denominador
común: dar y darse.
1ª actitud: agachar la cabeza o la victoria del humilde sobre el
narcisista.
Es curioso pero para entrar en
Belén hay que agachar la cabeza incluso físicamente, porque desde ese momento,
las cosas de Dios no suceden en lo alto del cielo, sino a ras de suelo, para
que solo el que tenga valor de agachar la cabeza se beneficie de ellas.
Napoleón hizo construir en Les Invalides de París, su mausoleo: para llegar
hasta él hay que agachar la cabeza al ser subterráneo y de techos bajos el
acceso. ¿Su intención? Que todo aquel que fuese a visitar su cuerpo yacente, le
hiciese una reverencia, aunque fuese involuntaria. La soberbia y el narcisismo
de los hombres llega hasta ese punto: pero esos hombres están muertos y solo se
recuerdan sus estragos, su soberbia y su vanagloria. El que se hizo humilde y
nos enseñara a serlo, ya desde niño, contempló a los Magos de Oriente cayendo
de rodillas, en adoración.
2ª actitud: el dar por excelencia y el
humilde escuchar: los pastores.
No tenían nada…y lo dieron todo.
Apenas un trozo de queso y pan: apenas un corderillo que pudiera reportarles
algo más de lana y por tanto de dinero para pagar a Herodes: apenas un vaso de leche
con que calentar a la Madre, que después del parto, tiritaría de frío. Los
pastores: los que dan…los que se dan, sin pensarlo mucho. Y todo, fiándose de un
anuncio de un supuesto Ángel que bien podría haber sido solamente un espejismo
o una consecuencia de un exceso de vino: no importa, ese mensaje solo los oídos
humildes pudieron escucharlo. También sucede hoy: solo los que están despiertos
pueden escuchar la Buena Noticia del nacimiento del Salvador; los demás
seguirán durmiendo, amodorrados en su pereza, en su ensimismamiento, en su
egolatría más propia de Herodes, el asesino infanticida.
El cristiano o se da…o no es
cristiano pues en el darse imita y sigue a su Señor que nos lo dio todo con Él;
hasta su propia sangre en el madero de la cruz.
3ª. actitud: los Magos de Oriente o el salir de la comodidad
aburguesada.
Si la actitud de los pastores fue
el darse, la de los Magos es la de salir; que, en el fondo es otra forma de
darse. Salir significa desaposentarse, ponerse en movimiento, exponerse a la
intemperie, buscar… Salir significa arriesgarse por un objetivo que merece la
pena de verdad; que me llena el corazón desde el fondo, no en la superficie de mis
seguridades, sino en lo hondo de mis deseos. Salir significa sufrir,
despegarse, desasirse, soltar amarras y dejar de dar saltos de gallina, cuando
estamos hechos para volar como las águilas; dejar de pensar en la seguridad del
“hoy” para aventurarse en la incertidumbre del “mañana”.
El cristiano tiene dos opciones:
o salir o fosilizarse; o desvincularse de las seguridades del “hoy”
materialista, inhumano y narcisista, que solo es capaz de mirar su propio
interés y servicio, para decidirse, movido por la esperanza, en un mañana
incierto, pero lleno de promesas de Dios. El cristiano pues no acepta una
tercera vía, porque, en palabras de Santo Domingo de Guzmán: “el trigo
almacenado se corrompe pero esparcido fructifica”.
4ª. actitud: la creación que habla de Dios: la mula y el buey
Hasta los
animales nos hablaban de Dios en el portal de Belén. No existió otro lugar con
más nobleza, dentro de la miseria, que un pesebre de bestias: rodeado de animales,
como el primer hombre…como el primer Adán. Con la única diferencia que Él no
venía a acrecentar la brecha del pecado original, sino a cerrarla con la
obediencia a la voluntad del Padre.
Incluso una mula y un buey nos
enseñan. Incluso una mula da y se da por entero hasta la extenuación en el
camino de Nazaret a Belén y un buey, que con su calor, es capaz de proteger de
la intemperie el cuerpo de Cristo recién nacido. Y precisamente por eso fueron
testigos de privilegio del comienzo de nuestra Redención, porque Dios no se
deja ganar en generosidad.
El día en que aprendamos a darnos
como esa mula, cesarán las injusticias y el hombre mirará a su hermano, no como
una amenaza, sino como alguien que es capaz de hacer con nosotros incluso el camino más difícil.
5ª actitud: los locuaces silencios de San José.
No ha llegado a nosotros ni la
más pequeña de sus palabras: quizá porque sus obras no hablaban…¡¡gritaban!!
José es el hombre de los silencios, de los sueños, de la obediencia. José es el
hombre de la voluntad decidida de hacer la de Dios y no la suya: de ganarse honestamente
el pan para él y para su familia; de protegerla de todo mal, como lo haría
cualquier padre que, huyendo del peligro de los que quieren acabar con su niño,
es capaz de sortear las mil dificultades. José es el hombre enamorado de María
que ha llegado tan lejos en el amor, que se consagra, como Ella, a vivir en una
castidad perpetua, aceptando, a pesar de no comprenderlo, a Cristo como hijo
suyo para cumplir las Escrituras: el Salvador sería de la estirpe de David.
El cristiano debería, no obstante,
siendo las dos cosas importantes, hablar menos y hacer más; desde lo escondido,
desde lo secreto, desde lo discreto. Sin dejarse llevar por las dudas, sino
dando un SÍ atrevido a los planes de Dios. Solo así será creíble, porque “por sus obras los conoceréis”.
6ª actitud: asumir las consecuencias de nuestras decisiones. La Virgen
María.
María es la
mujer consecuente con las decisiones tomadas. ¡Cuántas dudas!, ¡cuántos temores
a decir SÍ a la voluntad de Dios y ser consecuente con las decisiones tomadas!
Parece que si tenemos la posibilidad de borrar lo firmado, eliminar el mensaje
mandado o arrepentirnos de lo dicho estamos más seguros: al fin y al cabo,
¿quién no ha usado alguna vez la frase: donde
dije digo, quise decir Diego? En el fondo, el miedo es una ausencia de
esperanza, una desconfianza en Dios que no puede negarse a sí mismo, ni
engañarse, ni engañarnos.
María es la mujer de la esperanza
y por tanto, la mujer sin miedo: aunque no entienda, aunque le vaya a doler,
aunque tenga que pasar por el lago del dolor más amargo y la angustia más
acentuada. María entiende que lo prioritario es Dios y que este ha de ser
servido el primero. En definitiva, María nos enseña a asumir las consecuencias
de nuestro SÍ a Dios, porque confía que nunca quedará defraudada.
Que cada Navidad, cuando volvamos
a poner nuestro Belén, hagamos este sencillo examen de conciencia sobre nuestra
fe. Que no son simples figuras las que ponemos, sino que son catequistas de
cartón piedra, que nos transmiten la verdad de esta fiesta; la verdad de
nuestra Rendención. Con todo cariño os deseo Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2017.
Con mi bendición.
P. Juan Laguna Navarro.
Párroco de Santa María la Mayor de Baena.
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